- Aquel hombre estaba cansado de su vida. Se encontraba
abatido por sus problemas. No encontraba solución ni una puerta de salida.
Estaba ahogado por las deudas. Llegó, cabizbajo y andando despacio, a su casa.
Puso en su viejo tocadiscos un disco con aquella canción melancólica. Le
recordaba tiempos mejores y felices. La música empezó a sonar. Los tonos
envolvieron el ambiente... Lentamente, el muchacho empezó a desvanecerse. Quedó
tendido en el suelo. Tomó su última bocanada de aire.... el tocadiscos seguía girando.
Cuando llegó su hermana, aún se oía la última canción...
- Aquella anciana se mecía en su sillón de madera... Lo había
perdido todo en las Preferentes. Sólo le quedaba una mínima pensión, que le
habían reducido considerablemente por la crisis... zis, zas, zis, zas, sonaba
la mecedora.... Aquel ruido la acompañaba siempre... Tenía familiares por todas
partes de España... Sobre la mesa, un montón de cartas para franquear llenas de
polvo, le habían subido la luz y tenía que ahorrar, no podía usar el teléfono,
se lo habían cortado por impago... No tenía dinero para sellos... No se pudo
despedir de nadie en sus últimos suspiros... zis, zas, zis, zas... Lentamente,
se fue deteniendo la música de la silla que la mecía y que la hacía compañía...
- Lentamente, empezó a saborear aquel bombón con nata... Se
deshacía en su boca. Su exquisitez le hacía evadirse y esconder sus problemas,
hasta conseguir olvidarlos totalmente. Por desgracia, la realidad apareció al
día siguiente...
- Como un jugador de póquer esperando al joker para ganar,
esperaba el muchacho para su sino, mas el joker nunca vino, se cansó de
esperar...
- El alma se olvidó del lamento, por un instante, pero sólo
por un instante. En seguida, el tic-toc del corazón dolido la hizo recordar.
- A aquel hombre le gustaba vivir muchas vidas. Le gustaba ser
un aventurero, ser policía o detective, ser el amante de la bella dama, ser un
caballero de la corte... De repente,
cerró el libro que leía marcando la hoja con el marca páginas y volvió a su vida
real hasta la próxima lectura.
- Había mucho ruido donde estaban aquellos dos hombres que
discutían acaloradamente. Uno de ellos pidió silencio, quería pensar tranquilo.
Entonces, se escuchó así mismo y se dio cuenta de que su peor enemigo era él...
- Trabajaba muy duro durante ocho largas horas. Acercándose
las seis en punto de la tarde, aquel hombre observaba el paso de las manacillas
del reloj. Esperaba impaciente la hora de la salida para gastar lo que había
ganado con su jornal en lo que realmente le gustaba...
- La llama estaba encendida. Oscilaba... Se hacía grande y se
hacía pequeña. Un día, se agotó el aire de la tierra, lentamente, se fue
apagando hasta desaparecer...