ESPÍRITUS Y ÁNIMAS QUE MECEN LAS RAMAS DE LOS ÁRBOLES DENTRO DE MIS BOSQUES
- La muerte está cerca. La muerte está cerca.
Se repetía esta frase, pero sólo en la televisión. Juan Carlos había visto ya dos veces esa película en la misma cadena, en Navio TV. El trabajaba en un periódico online. Tenía su oficina al otro lado del parque que rodeaba el gran bosque, a las afueras de la ciudad. Iba de lunes a viernes en autobús y tenía que andar media hora larga hasta llegar a su empresa.
Le convenía mucho su puesto, estaba muy bien pagado y hacía lo que realmente le gustaba, escribir artículos sobre psicología. Él estudió esa carrera en la universidad y no ejercía por la crisis.
El empleo era de media jornada, cuatro horas y llegaba todos los días a las tres a su casa. Le agradaba mucho, tenía toda la tarde para él y sus asuntos.
Un viernes compró un DVD para verlo por la noche. Se tomaría una pizza sentado en el sofá. Llegando las nueve y media llegó el repartidor y le trajo la cena. Lo dispuso todo en la mesa de cristal y encendió su plasma. En Navio TV estaba la misma película de siempre, estancado en el mismo fotograma.
- La muerte está cerca – repetían en la cadena sin cesar – la muerte está cerca.
Rápidamente, Juan Carlos metió el DVD en el reproductor y empezó a verlo mientras cenaba. Estaba sólo. No había absolutamente nadie más.
De repente, la cinta cambió y se puso también a emitir exactamente lo mismo que en Navio TV. Se oía una y otra vez:
- La muerte está cerca. La muerte está cerca.
El joven apretó todos los botones del mando a distancia y en todos los canales se veía lo mismo. Se puso muy nervioso y arrancó el cable de la televisión del enchufe bruscamente de un tirón, pero en el aire se volvía a escuchar intermitentemente:
- La muerte está cerca. La muerte está cerca.
De improviso, se fue la luz y empezó a sonar el teléfono inalámbrico. El muchacho encendió su mechero para alumbrarse y contestó muerto de miedo:
- ¿Quién... quién es? - preguntó con tono muy asustado.
Era su cuñado, su hermana se había desmayado por un ataque de ansiedad y le pidió que fuese a verla para un tratamiento psicológico. Su hermana se llamaba Patricia y era de esas típicas personas que se ahogan en un vaso de agua. Vivían al otro lado de la ciudad, cerca de donde él trabajaba. Juan Carlos contestó diciendo que iría inmediatamente. La llama del mechero iluminaba su pálido rostro. Llamó a dos amigos suyos para que le acompañasen.
Los tres amigos se bajaron en la última parada del búho, el autobús nocturno y se adentraron en el parque. Las farolas que lo iluminaban empezaron a parpadear hasta apagarse completamente. Todo estaba muy oscuro y extrañamente tenebroso. Se metieron, sin ver nada, por el carril izquierdo y llegaron al corazón del bosque. Uno de los amigos encontró al fin su mechero. Lo prendió y se vieron todos rodeados de siniestros árboles, sus ramas, al agitarse con el aire, hacían unas temidas sombras. Se oía una voz ronca de ultratumba que exclamaba sin parar:
- La muerte está cerca. La muerte está cerca. ¿Por qué no has hecho caso a las advertencias de las ánimas y espíritus de las ondas de tu televisor? La muerte está cerca.
Se escuchaban pisadas a lo lejos. Juan Carlos cogió dos troncos pequeños que estaban por el suelo e hizo una cruz de madera pegándolos con papeles de tabaco para liar, mientras se acercaban cada vez más los pasos de los andares. Éstos aceleraban cada vez más y se continuaba oyendo:
- La muerte está cerca. La muerte está cerca... La cruz no es suficiente. Podéis empezar a rezar...
Los tres chicos rezaron el Padre Nuestro muchas veces poniendo en alto el crucifijo.
- Acabareis muriendo. La muerte está cerca - dijo otra vez la voz.
A lo lejos, se divisó una moto que se acercaba. Era el cuñado de Juan Carlos que exclamaba muy preocupado:
- ¡Juan Carlos! ¡Juan Carlos! ¿Dónde estás?
Los tres hombres gritaron al unísono con entusiasmo y con respiración de alivio:
- ¡Aquí! ¡Aquí!
Y fueron salvados de una muerte prácticamente segura. Volvieron a pie al carril de entrada al parque. Fueron a ver a Patricia. Juan Carlos la atendió de su nerviosismo y regresaron a sus casas. El psicólogo abrió la puerta con su llave brindada. Ya había vuelto la luz y se dispuso a volver a ver la película cinematográfica de Navio TV. Él era un profesional de la psicología y no creía en el más allá ni en sucesos paranormales. Se regía siempre por el comportamiento racional y por las leyes científicas demostrables con varemos medibles. Nunca se movía por lo infuso o sobrenatural.
Empezó otra vez la película con su ritual habitual cada cinco minutos, de:
- La muerte está cerca. La muerte está cerca.
Guardaba el crucifijo de madera en el bolsillo de su plumas. Lo sacó y lo puso encima de su mesa.
Analizó toda la trama del audiovisual. Debía de recitar la rima de un conjuro. Después, tenía que clavar una estaca en el corazón del hombre lobo. Un chico mayor muerto hacía años en el bosque devorado por un perro gigante endemoniado. El cántico citaba de este modo:
- “Al son de la noche,
te invoco, estela virtual,
te maldigo con el son del reproche
y con este don y con el rezo de este ritual,
perderás tu poder y tu ánima bien se poche,
ganaré tu alma a las doce puntual”.
Juan Carlos hizo una estaca bien puntiaguda con un tronco de su chimenea y fue de nuevo al parque. Se adentró al centro del bosque donde las ramas de los árboles hacían su peculiar juego de sombras y luces. Esperó tenebroso a la llegada de la temida bestia. Ésta llegó corriendo, nuestro protagonista recitó, palabra por palabra, el ritual y el animal diabólico se derrumbó retorciéndose por la tierra. Le clavó la estaca en el centro de su corazón, pero el bicho dio al héroe un gran zarpazo en la yugular de su cuello.
Juan Carlos cayó al suelo y murió en el acto. Una voz risueña cantaba muy feliz:
- La muerte está cerca. La muerte está cerca. Otra víctima ha caído en la trampa de mis redes...
El fallecido fue enterrado en el cementerio, al lado de la carretera principal. Su hermana lloraba su pérdida sin consuelo alguno. A las doce en punto de la noche, una sirena de un coche patrulla se oyó y un hombre acostado se levantó de golpe de su sueño. Estaba postrado en su cama. Era el mismo Juan Carlos. Por la mañana, bien temprano, fue a su puesto de trabajo como de costumbre. En el periódico ponía la fecha de hace dos meses. Miró su reloj digital, el día y el mes coincidía con el del diario comarcal. Sus compañeros de la empresa, sus amigos y sus familiares no sabían nada de lo sucedido. Le comentaban todos que había sido una pesadilla.
Trascurrieron varios meses. Juan Carlos fue al cine a ver el último gran estreno de la temporada, la película norteamericana titulada: “La muerte está cerca”, casualmente, con la misma trama que su supuesto mal sueño.
En el bosque que rodeaba el parque, unos cazadores furtivos, encontraron en un surco enterrado a un lobo prehistórico. Medía dos metros y medio de largo. Lo expusieron en el museo arqueológico de la ciudad. Era un auténtico hallazgo. Venía gente de todas las partes del mundo para verlo.
La cadena Navio TV había desaparecido del mapa de las señales de emisiones y, en su lugar, se localizaba el canal Internonews.
Juan Carlos, a partir de esos acontecimientos, se hizo creyente en los temas de videncia y se fue un buen día a echar el tarot. Al tirar el clarividente sus cartas, se le puso mala cara y le dijo gritándole:
- ¡Cuidado! La muerte está cerca. La muerte está cerca...
sábado, 25 de marzo de 2017
martes, 21 de marzo de 2017
RELATO BREVE/SHORT STORY
LOS TRABAJOS NO VALORADOS: SI NO TE VALORAS A TI MISMO, NO TE APRECIARÁN
Verónica limpiaba todos los días el parque. Trabaja ahí desde hacía muchos años. Ella era muy alta, tenía el pelo largo moreno y se lo cogía en una coleta para ir a su puesto de trabajo.
Hacía su tarea con mucho esmero para que los niños que jugasen ahí, no tuviesen accidentes con las jeringuillas que los toxicómanos tiraban en el suelo.
El tamaño del recinto era muy grande. Tenía carriles de arena y piedras y tenía bastantes espacios verdes con muchos árboles. En otoño se llenaba todo de hojas secas. Verónica sacaba cada mañana sacos y sacos llenos. Pesaban muchísimo, pero la gente tenía que pasear y no se podían escurrir.
La trabajadora observaba, con cierto recelo, a todo el mundo que andaba mientas ella recogía. Venían corredores a primera hora de la mañana hacer footing, estudiantes que hacían pellas, parejas de enamorados agarrados de la mano y niñeras con los pequeños. Eran multitudes de transeúntes. Se ponía todo siempre a tope y se ensuciaba mucho.
Todas las tardes, a las siete, iba al parque una chica muy elegante vestida con el pelo suelto muy bien peinado y alisado. Era también muy alta y la estructura ósea era muy parecida a la de Verónica. Iba muy despacio escuchando su ipad. Se respiraba aire puro y pensaba para sus adentros:
- ¡Qué limpio está todo! ¡Así da gusto pasear!
Ella estaba en las instalaciones hasta las nueve de la noche, hora en la que se cerraba las puertas, pero era la misma rutina para nuestra Verónica, sonaba el despertador, se ponía el uniforme e iba hacer la limpieza. Así iban trascurriendo los días y las estaciones.
Una vez, llegando la noche, aquella chica tan parecida a nuestra protagonista, entró subiendo las escaleras de piedra, se adentró. Un chico se detuvo, la miró de cerca y la preguntó:
- ¿Tú eres la chica que limpia cada mañana el parque, verdad?
Se dio la vuelta la muchacha y guiñó un ojo a ese hombre.
Verónica limpiaba todos los días el parque. Trabaja ahí desde hacía muchos años. Ella era muy alta, tenía el pelo largo moreno y se lo cogía en una coleta para ir a su puesto de trabajo.
Hacía su tarea con mucho esmero para que los niños que jugasen ahí, no tuviesen accidentes con las jeringuillas que los toxicómanos tiraban en el suelo.
El tamaño del recinto era muy grande. Tenía carriles de arena y piedras y tenía bastantes espacios verdes con muchos árboles. En otoño se llenaba todo de hojas secas. Verónica sacaba cada mañana sacos y sacos llenos. Pesaban muchísimo, pero la gente tenía que pasear y no se podían escurrir.
La trabajadora observaba, con cierto recelo, a todo el mundo que andaba mientas ella recogía. Venían corredores a primera hora de la mañana hacer footing, estudiantes que hacían pellas, parejas de enamorados agarrados de la mano y niñeras con los pequeños. Eran multitudes de transeúntes. Se ponía todo siempre a tope y se ensuciaba mucho.
Todas las tardes, a las siete, iba al parque una chica muy elegante vestida con el pelo suelto muy bien peinado y alisado. Era también muy alta y la estructura ósea era muy parecida a la de Verónica. Iba muy despacio escuchando su ipad. Se respiraba aire puro y pensaba para sus adentros:
- ¡Qué limpio está todo! ¡Así da gusto pasear!
Ella estaba en las instalaciones hasta las nueve de la noche, hora en la que se cerraba las puertas, pero era la misma rutina para nuestra Verónica, sonaba el despertador, se ponía el uniforme e iba hacer la limpieza. Así iban trascurriendo los días y las estaciones.
Una vez, llegando la noche, aquella chica tan parecida a nuestra protagonista, entró subiendo las escaleras de piedra, se adentró. Un chico se detuvo, la miró de cerca y la preguntó:
- ¿Tú eres la chica que limpia cada mañana el parque, verdad?
Se dio la vuelta la muchacha y guiñó un ojo a ese hombre.
viernes, 13 de enero de 2017
RELATO BREVE/SHORT STORY
LOS JUEGOS ERÓTICOS DE LAS FIESTAS DE PIJAMA: ¿AMOR VERDADERO O SÓLO DESEO?
En la universidad estudiaban todos la carrera de Física, eran compañeros de aula y habían formado un grupo muy cerrado de amigos. Marisa y Carlos se llevaban fatal, tan mal, que cuando quedaban, hacían dos salidas distintas para que no se encontrasen.
Llegó el cumpleaños de Jorge, un chico que lo celebraba siempre en su casa. Duraba toda la tarde y la noche, hasta las nueve o diez de la mañana. Ese, era el único día que conseguían que hubiese paz entre todos.
Después de clase, fueron a su casa, había preparado una gran fiesta, pero nada de drogas. Jorge sabía muy bien que atacaban al cerebro y no quería saber nada de ellas.
Escucharon música, bailaron y decidieron hacer entre ellos un juego erótico después de ponerse el pijama. Habían preparado una ruleta con peticiones. Una, era darse dos besos, otra darse la mano y otra darse un beso de tornillo, no importaba si era chicos con chicos o chicas con chicas.
Accedieron todos a jugar, el anfitrión empezó a girar el péndulo y empezaron a caer besos. A Carmen le tocó uno en plena boca con Daniela. Se levantaron las dos y se dieron, muertas de vergüenza, un ligero pico. Uno de los amigos dijo:
- Un piquito no, debe durar por lo menos un minuto. No pasa nada, estamos entre amigos.
Las dos niñas lo hicieron rojas como un tomate. Otro de los asistentes le dijo a Marisa que le tocaba a ella. Le tocó la ficha “beso de tornillo”. Éste, aposta, llevó controlando el impulso, lo suficiente para que tocase a Carlos, se negó rotundamente hasta que lo hizo.
Los dos jugadores se dieron un apasionante beso. Sintieron una magia muy especial que anularon las tensiones entre ellos. La novia de Carlos, Cecilia, les miraba de reojo con mucho celo.
Al día siguiente, volvieron todos a sus casas, era sábado. Cecilia recibió un SMS de su novio rompiendo con ella, explicándole que se había enamorado de Marisa, pero ella no quería salir con él, bajo ningún concepto. Era novia de Jorge y no quería hacerle daño.
- No puedes salir con tu novio queriéndome a mí – le recriminó Carlos.
- No voy a salir contigo, no te canses - lo contestó Marisa - además, te besé bajo los efectos del alcohol.
Volvieron todos a la rutina de su vida. Carlos utilizó la estrategia de su nuevo amor para volver con Cecilia, le dijo que lo sentía mucho, que estaba borracho y que la quería a ella.
Las relaciones sentimentales de nuestros protagonistas fueron muy tormentosas. El recuerdo de aquel beso siempre planeaba sobre su memoria y dificultaba sus sentimientos.
Después de muchos años, en una reunión de antiguos alumnos, Carlos y Marisa, divorciados los dos, volvieron a repetir una vez más, aquel beso de tornillo, empezaron a salir y a recuperar el tiempo perdido.
(FIN)
En la universidad estudiaban todos la carrera de Física, eran compañeros de aula y habían formado un grupo muy cerrado de amigos. Marisa y Carlos se llevaban fatal, tan mal, que cuando quedaban, hacían dos salidas distintas para que no se encontrasen.
Llegó el cumpleaños de Jorge, un chico que lo celebraba siempre en su casa. Duraba toda la tarde y la noche, hasta las nueve o diez de la mañana. Ese, era el único día que conseguían que hubiese paz entre todos.
Después de clase, fueron a su casa, había preparado una gran fiesta, pero nada de drogas. Jorge sabía muy bien que atacaban al cerebro y no quería saber nada de ellas.
Escucharon música, bailaron y decidieron hacer entre ellos un juego erótico después de ponerse el pijama. Habían preparado una ruleta con peticiones. Una, era darse dos besos, otra darse la mano y otra darse un beso de tornillo, no importaba si era chicos con chicos o chicas con chicas.
Accedieron todos a jugar, el anfitrión empezó a girar el péndulo y empezaron a caer besos. A Carmen le tocó uno en plena boca con Daniela. Se levantaron las dos y se dieron, muertas de vergüenza, un ligero pico. Uno de los amigos dijo:
- Un piquito no, debe durar por lo menos un minuto. No pasa nada, estamos entre amigos.
Las dos niñas lo hicieron rojas como un tomate. Otro de los asistentes le dijo a Marisa que le tocaba a ella. Le tocó la ficha “beso de tornillo”. Éste, aposta, llevó controlando el impulso, lo suficiente para que tocase a Carlos, se negó rotundamente hasta que lo hizo.
Los dos jugadores se dieron un apasionante beso. Sintieron una magia muy especial que anularon las tensiones entre ellos. La novia de Carlos, Cecilia, les miraba de reojo con mucho celo.
Al día siguiente, volvieron todos a sus casas, era sábado. Cecilia recibió un SMS de su novio rompiendo con ella, explicándole que se había enamorado de Marisa, pero ella no quería salir con él, bajo ningún concepto. Era novia de Jorge y no quería hacerle daño.
- No puedes salir con tu novio queriéndome a mí – le recriminó Carlos.
- No voy a salir contigo, no te canses - lo contestó Marisa - además, te besé bajo los efectos del alcohol.
Volvieron todos a la rutina de su vida. Carlos utilizó la estrategia de su nuevo amor para volver con Cecilia, le dijo que lo sentía mucho, que estaba borracho y que la quería a ella.
Las relaciones sentimentales de nuestros protagonistas fueron muy tormentosas. El recuerdo de aquel beso siempre planeaba sobre su memoria y dificultaba sus sentimientos.
Después de muchos años, en una reunión de antiguos alumnos, Carlos y Marisa, divorciados los dos, volvieron a repetir una vez más, aquel beso de tornillo, empezaron a salir y a recuperar el tiempo perdido.
(FIN)
lunes, 9 de enero de 2017
RELATO BREVE/SHORT STORY
Al final resulta que el cumplidor de sueños solo funciona con esfuerzo y dedicación
Encima de la colina estaba aquella maltrecha casa. En ella habitaba una madre y sus tres hijos.
Eran pobres, tanto que algunas noches sólo cenaban una hogaza de pan sentados alrededor de una mesita. La vela situada encima, alumbraba sus rostros malogrados y extremadamente delgados.
La mujer estaba enferma, así que el único dinero que entraba era el que traía Jonás de la venta de sus pinturas. El muchacho dibujaba muy bien y anhelaba cada día traer dinero suficiente para que sus dos hermanitos no pasasen frío por la noche.
Todas las mañanas, los tres salían muy temprano para ir al colegio atravesando un largo sendero. Sus desgarradas ropas eran motivo de burla de sus compañeros y Jonás se ponía muy triste.
Un día, al regresar, nuestro amigo rompió a llorar mientras atravesaba el sendero, pero un fuerte estruendo rompió de golpe su llanto y una voz dijo:
- Jonás, si quieres que se cumplan tus sueños, al llegar a casa cada tarde, pinta un cuadro y ven al sendero con él.
- ¿Quién,... quién eres? – preguntó el niño.
- Soy el cumplidor de sueños, vivo aquí desde hace más de quinientos años. Haz lo que te he dicho, pero recuerda, no dejes de pensar en lo que quieres conseguir.
Él le obedeció y las ganancias fueron cada vez mayores. Todo el mundo quería comprar sus cuadros.
Con el dinero que había conseguido compró medicinas para su madre, ropa para todos, e incluso, se podía permitir pagar el alquiler de una casita en el pueblo.
Un buen día, un chico descubrió su secreto y empezó a hacer lo mismo no consiguiendo fruto alguno. Muy enojado preguntó a Jonás:
- ¿Por qué yo no hago realidad mis sueños?
A lo que éste respondió:
- Muy sencillo. Tu no eres constante en tu tarea y el cumplidor de sueños sólo ayuda a los que trabajan mucho en lo que desean.
(FIN)
Encima de la colina estaba aquella maltrecha casa. En ella habitaba una madre y sus tres hijos.
Eran pobres, tanto que algunas noches sólo cenaban una hogaza de pan sentados alrededor de una mesita. La vela situada encima, alumbraba sus rostros malogrados y extremadamente delgados.
La mujer estaba enferma, así que el único dinero que entraba era el que traía Jonás de la venta de sus pinturas. El muchacho dibujaba muy bien y anhelaba cada día traer dinero suficiente para que sus dos hermanitos no pasasen frío por la noche.
Todas las mañanas, los tres salían muy temprano para ir al colegio atravesando un largo sendero. Sus desgarradas ropas eran motivo de burla de sus compañeros y Jonás se ponía muy triste.
Un día, al regresar, nuestro amigo rompió a llorar mientras atravesaba el sendero, pero un fuerte estruendo rompió de golpe su llanto y una voz dijo:
- Jonás, si quieres que se cumplan tus sueños, al llegar a casa cada tarde, pinta un cuadro y ven al sendero con él.
- ¿Quién,... quién eres? – preguntó el niño.
- Soy el cumplidor de sueños, vivo aquí desde hace más de quinientos años. Haz lo que te he dicho, pero recuerda, no dejes de pensar en lo que quieres conseguir.
Él le obedeció y las ganancias fueron cada vez mayores. Todo el mundo quería comprar sus cuadros.
Con el dinero que había conseguido compró medicinas para su madre, ropa para todos, e incluso, se podía permitir pagar el alquiler de una casita en el pueblo.
Un buen día, un chico descubrió su secreto y empezó a hacer lo mismo no consiguiendo fruto alguno. Muy enojado preguntó a Jonás:
- ¿Por qué yo no hago realidad mis sueños?
A lo que éste respondió:
- Muy sencillo. Tu no eres constante en tu tarea y el cumplidor de sueños sólo ayuda a los que trabajan mucho en lo que desean.
(FIN)
RELATO BREVE/ SHORT STORY
Las estafas del sexo oral telefónico: ¿un trabajo realizado por placer o necesidad?
Julieta perdió su trabajo y se dispuso a empezar la búsqueda activa. Ella era muy pudorosa vistiendo. Llevaba siempre faldas largas hasta los tobillos y jerseys de cuello vuelto. Nunca sonaba el móvil a pesar de que enviaba muchos curriculums a las distintas ofertas.
Ahí estaba, era una llamada de teléfono, habían llamado al fijo. Cogió su inalámbrico y contestó:
- ¿Está usted trabajando actualmente? – preguntó una chica con voz muy amable.
- No, estoy buscando actualmente - contestó ella muy contenta.
Concertaron una entrevista y acudió vistiendo de su forma habitual. Entró por la puerta. El jefe de la auxiliar de recursos humanos le hizo un gesto a la misma para que entrara en su despacho.
- Ésta no sirve – dijo el directivo – va vestida como una monja, el cliente la va a echar para atrás en cuanto la vea.
- Hay que cubrir el servicio mañana mismo -respondió la trabajadora-. La contrato, hablo con el dueño de la empresa y cuando pase un mes, le damos la no superación de periodo de prueba. Así tendré tiempo de encontrar a otra que sirva.
- Como quieras – dijo el superior– pero que no sospechen que delinquimos...
Llamaron a Julieta y le realizaron unas preguntas para no dar el canto. Le dijeron que el trabajo era en una línea erótica, tipo 806. Era para tener relaciones sexuales y morbo por el teléfono. Le comentaron que empezaría al día siguiente, de ocho de la tarde a doce de la noche. Lo cogió sin pensárselo dos veces.
Ella estaba casada con Mario, un chico que estaba en paro desde hacía más de un año. Le contó las funciones de su nuevo empleo y no tuvo más remedio que asentir. Hizo un leve gesto con la cara para indicar a su amada que estaba de acuerdo.
Llegó su primer día, el propietario la miró extrañada de arriba abajo.
- Invéntese usted un nombre caliente -le ordenó.
Le dieron unos auriculares y recibió su primera llamada.
- Hola – dijo ella con voz muy sensual - me llamo Robina celeste ¿Y tú, amor?, ¿cómo te llamas?
Y empezó una relación muy obsesiva con el chico que le llamaba todas las noches y duraba el sexo telefónico más de dos horas.
Mario se sentía fatal. Tenía que aguantar. Necesitaban la nómina para poder vivir. Se sentía muy mal por tener que compartir al amor de su vida. Sentía incluso celos, pero se callaba, muy a su pesar.
El romance de la línea duró tan sólo hasta principio de mes, cuando le llegó la factura de Telefónica al emisor, quinientos cincuenta euros.
Sauro, que así se llamaba el novio oral, averiguó la dirección de la operadora y se presentó ante su puerta. La aporreó con mucha potencia. El marido se apresuró a abrir pensando que era el portero para anunciar una desgracia, entonces, entró el engañado a la fuerza y se metió hasta el salón. Muy enfadado, el robusto hombre se enfrentó a Mario y le sacó una pistola. Gritó:
- La sucia de su mujer me ha estafado. Debe usted pagarme mi factura o le meteré tres tiros a bocajarro.
El propietario de la casa bajó la cabeza y se dirigió al cajero automático con el otro detrás apuntando con el arma. Le dio el dinero y subió a su casa pensando muy apenado:
- Encima de cornudo, apaleado.
(FIN)
Julieta perdió su trabajo y se dispuso a empezar la búsqueda activa. Ella era muy pudorosa vistiendo. Llevaba siempre faldas largas hasta los tobillos y jerseys de cuello vuelto. Nunca sonaba el móvil a pesar de que enviaba muchos curriculums a las distintas ofertas.
Ahí estaba, era una llamada de teléfono, habían llamado al fijo. Cogió su inalámbrico y contestó:
- ¿Está usted trabajando actualmente? – preguntó una chica con voz muy amable.
- No, estoy buscando actualmente - contestó ella muy contenta.
Concertaron una entrevista y acudió vistiendo de su forma habitual. Entró por la puerta. El jefe de la auxiliar de recursos humanos le hizo un gesto a la misma para que entrara en su despacho.
- Ésta no sirve – dijo el directivo – va vestida como una monja, el cliente la va a echar para atrás en cuanto la vea.
- Hay que cubrir el servicio mañana mismo -respondió la trabajadora-. La contrato, hablo con el dueño de la empresa y cuando pase un mes, le damos la no superación de periodo de prueba. Así tendré tiempo de encontrar a otra que sirva.
- Como quieras – dijo el superior– pero que no sospechen que delinquimos...
Llamaron a Julieta y le realizaron unas preguntas para no dar el canto. Le dijeron que el trabajo era en una línea erótica, tipo 806. Era para tener relaciones sexuales y morbo por el teléfono. Le comentaron que empezaría al día siguiente, de ocho de la tarde a doce de la noche. Lo cogió sin pensárselo dos veces.
Ella estaba casada con Mario, un chico que estaba en paro desde hacía más de un año. Le contó las funciones de su nuevo empleo y no tuvo más remedio que asentir. Hizo un leve gesto con la cara para indicar a su amada que estaba de acuerdo.
Llegó su primer día, el propietario la miró extrañada de arriba abajo.
- Invéntese usted un nombre caliente -le ordenó.
Le dieron unos auriculares y recibió su primera llamada.
- Hola – dijo ella con voz muy sensual - me llamo Robina celeste ¿Y tú, amor?, ¿cómo te llamas?
Y empezó una relación muy obsesiva con el chico que le llamaba todas las noches y duraba el sexo telefónico más de dos horas.
Mario se sentía fatal. Tenía que aguantar. Necesitaban la nómina para poder vivir. Se sentía muy mal por tener que compartir al amor de su vida. Sentía incluso celos, pero se callaba, muy a su pesar.
El romance de la línea duró tan sólo hasta principio de mes, cuando le llegó la factura de Telefónica al emisor, quinientos cincuenta euros.
Sauro, que así se llamaba el novio oral, averiguó la dirección de la operadora y se presentó ante su puerta. La aporreó con mucha potencia. El marido se apresuró a abrir pensando que era el portero para anunciar una desgracia, entonces, entró el engañado a la fuerza y se metió hasta el salón. Muy enfadado, el robusto hombre se enfrentó a Mario y le sacó una pistola. Gritó:
- La sucia de su mujer me ha estafado. Debe usted pagarme mi factura o le meteré tres tiros a bocajarro.
El propietario de la casa bajó la cabeza y se dirigió al cajero automático con el otro detrás apuntando con el arma. Le dio el dinero y subió a su casa pensando muy apenado:
- Encima de cornudo, apaleado.
(FIN)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)